Es crucial llevar a los perros al veterinario incluso cuando no les pasa nada, cuando están aparentemente sanos, porquehay problemas de salud que si son detectados con tiempo tienen un tratamiento mucho más eficaz.
Y también es importante observarlos bien, estar pendientes de cualquier cambio en sus hábitos o en su comportamiento y comentarlo con nuestro vete. No hay que ignorar esos cambios o achacarlos a que se hacen mayores, son pistas de lo que les puede estar pasando: a veces pueden decirnos de manera no tan evidente que sienten dolor, algo que habría que tratar lo antes posible.
Carolina Rodríguez Heras, veterinaria de Elanco nos ha dado multitud de consejos prácticos sobre a qué prestar más atención. Os dejamos la charla completa al final de este texto.
Sí, sin ninguna duda: es recomendable llevar a tu perro al veterinario para revisiones de rutina, incluso si parece estar bien.
La frecuencia varía según la edad. En cachorros, se recomienda acudir con mucha más frecuencia durante el primer año y medio para cubrir el protocolo de vacunación, desparasitación y hacer un seguimiento continuo que permita anticiparse a problemas.
En perros de 7 años, a los que ya se considera senior, es indispensable realizar dos visitas al año (cada 6 meses).
Los perros mayores son más propensos a desarrollar enfermedades como problemas renales, cardíacos o articulares, y muchos de estos problemas se pueden tratar mejor si se detectan temprano.Es importante ver esto como medicina preventiva, aclara Carolina: muchas veces el tutor es retincente a pruebas complementarias tipo analíticas cuando no hay síntomas aparentes, pero nuestro papel como veterinarios es la detección temprana y asegurar una buena calidad de vida del paciente!
Lo más importante es acostumbrarlos desde pequeños e intentar asociar la visita con refuerzo positivo. Un truco útil es incluir la clínica en nuestros paseos habituales: al menos una vez por semana, entrar en la clínica sin más, quizá aprovechar para pesar a nuestro perro, que les den algún premio...
De esta forma, asociarán este lugar con algo positivo y no se asustarán cuando necesiten ir por un problema. Esto también es beneficioso para perros adultos que no han tenido experiencias previas positivas.
Simplemente yendo al veterinario nos pueden hacer preguntas que pueden revelar información sobre temas a los que quizá no hayamos dado importancia: por ejemplo cuando beben más de la cuenta o cuando orinan más de la cuenta, esto nos puede dar mucha información porque podría indicar enfermedades endocrinas, hormonales o metabólicas.
También se pueden detectar problemas como la osteoartritis, incluso en perros jóvenes, o la presencia de bultos pequeños (neoplasias) durante la exploración física.
Cuando hay dolor (por alguna patología no diagnosticada), a veces se puede ver a través de cambios de comportamiento. Y esto es particularmente importante, explica Carolina Rodríguez Heras, si hablamos de un perro recién adoptado:
"Pueden expresar esa molestia a través de cambios de conducta —por ejemplo, agresividad o retraimiento— y muchas familias no lo asocian al dolor, sino al carácter del perro.
Es fundamental llevar a estos perros a una revisión veterinaria más exhaustiva al adoptarlos, para detectar y tratar cuanto antes cualquier problema de dolor crónico. De esta forma, evitamos que acaben siendo devueltos a la protectora por comportamientos que tienen solución médica.”
No deberíamos achacar los cambios de comportamiento a la edad sin antes descartar una causa médica con un examen físico y una buena anamnesis.
Hay síntomas que no son urgentes pero que no conviene ignorar y deberíamos consultarlos con nuestro veterinario:
- Cambios en el pelo o la piel (descamación, pérdida de brillo).
- Incremento o reducción significativa del peso sin causa aparente. No hay que achacarlo a la edad.
- Aumento en la ingesta de agua y frecuencia urinaria (polidipsia y poliuria).
- Cambios en su apetito.
- Perros que comen hierba con frecuencia (no es positivo para el perro, vomitar le producirá irritación; por eso es mejor evitarlo).
- Tos o estornudos frecuentes.
- Cambios de comportamiento: apatía, aumento de sueño, tendencia a esconderse, agresividad repentina...
Sí deberíamos ir al vete con más urgencia si nuestro perro tiene alguno (o algunos) de estos síntomas:
- Vómitos recurrentes o con sangre.
- Diarrea persistente, especialmente con sangre.
- Hinchazón abdominal
- Pérdida de apetito prolongada (un perro puede estar 24h sin comer por muchas razones, pero si va más allá de este tiempo entonces sí que hemos de consultarlo).
- Cojera persistente.
- Dificultad para respirar o para orinar.
- Esfuerzo por defecar sin éxito.
Hay que ir al veterinario si la diarrea se acompaña de vómito, ya que podría tratarse de una gastroenteritis o incluso un cuerpo extraño.
Si el perro tiene diarrea pero está con energía y buen estado de ánimo entonces podemos esperar un par de días. Pero si las heces no mejoran o si vemos sangre en ellas (aunque no siempre sea grave, es mejor revisarlo), lo mejor es ir a nuestro veterinario.
Y, aunque no tengan diarrea, no está de más estar atentos a las cacas de nuestros perros porque si cambia la frecuencia, también convendría comentarlo con nuestro vete. En cuanto a su consistencia lo que nos aclara la veterinaria de Elanco es que la clave es que al recogerlas no quede mancha en el suelo: siempre quedará un poco pero que se puedan recoger de forma correcta con la bolsita.
La llegada del calor cambia el tipo de problemas: lo más típico son las alergias y los parásitos. Y este año con todo lo que ha llovido, aún más. Es prioritario retomar la protección y combinar tanto los collares como las pipetas o pastillas.
Hay que tener en cuenta que es normal que los perros coman menos cuando hace más calor: solo si deja de comer por completo deberíamos ir al veterinario.
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