

Justo Gallego fue el artífice de este increíble lugar, un edificio que él mismo construyó a lo largo de 60 años. No era arquitecto ni ingeniero, pero sí muy religioso y dedicó su vida a crear -con sus propias manos y el apoyo de voluntarios, utilizando materiales de desecho de un polígono industrial cercano- una catedral que ahora lleva su nombre.
Recorrer la Catedral de Justo es impresionante, hay multitud de recovecos, torreones y cúpulas, palomas que aletean por el techo de la nave central y un gran patio sobrevolado por aviones que parecen acercarse tanto adrede a descubrir esta obra única en el mundo.
Este fabuloso edificio es, en realidad, un centro social, no ha sido consagrado como templo religioso aunque lo parezca. De hecho, aquí se invita a cualquier persona, de cualquier credo, a entrar y pasear o rezar o, sencillamente, admirar la obra de un hombre que logró algo que parecía un sueño imposible.
Y sí, los SrsPerros son también bienvenidos en la Catedral de Justo, ahora gestionada por Mensajeros de la Paz. Tía va sin correa para las fotos pero, lógicamente, los perretes deben ir atados.
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